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**ERES UN NIÑO BUENO**
Desde pequeño, siempre escuché esa frase de labios desconocidos: “Eres un niño bueno”. No importaba dónde estuviera ni con quién, esa voz susurrante aparecía en los momentos más inesperados. Al principio, me parecía un halago extraño, casi reconfortante. Pero con el tiempo, la frase tomó un tono inquietante.
Todo comenzó en la vieja casa de mi abuela, un lugar que, a simple vista, parecía tranquilo y acogedor. Sin embargo, por las noches, el silencio se rompía con ese susurro: “Eres un niño bueno…”. Nunca pude ver quién lo decía, solo sentía su presencia justo detrás de mí.
Una noche, decidido a enfrentar ese misterio, me quedé despierto con una linterna bajo las cobijas. Entonces, la voz volvió, más clara, pero ahora no parecía solo un elogio; era una advertencia. “Eres un niño bueno, por eso te cuido”. Sentí un frío helado recorrer mi espalda y una sombra se deslizó rápido frente a la puerta.
Investigando más sobre la casa, descubrí que años atrás, un niño que vivió allí había fallecido en circunstancias extrañas. Algunos decían que su espíritu protegía a los inocentes y en especial a los niños buenos, como yo.
Desde entonces, aprendí que no todas las presencias espectrales buscan hacer daño. Algunas, como esta, velan en silencio, recordándonos que la línea entre protección y misterio es tan tenue y oscura como un susurro en la noche.
Si alguna vez escuchas “Eres un niño bueno” cuando creías estar solo, quizás no es solo una frase: es un lazo invisible entre el mundo de los vivos y los que se quedaron atrás.